viernes, 30 de noviembre de 2012

PALACIO DE VERSALLES

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PALACIO DE VERSALLES




Luis XIV heredó el trono francés con cinco años, aunque no lo ocupó verdaderamente hasta que cumplió los veintidós. Es recordado como uno de los monarcas más trascendentales de Francia, mantuvo la Monarquía Absoluta durante todo su reinado, gracias al control que inteligentemente mantuvo sobre la nobleza francesa.
Durante la Edad Moderna, era frecuente que la nobleza conspirara contra el rey, como ya había ocurrido en Inglaterra durante la Gloriosa Revolución que se saldó con la decapitación de Carlos I de Inglaterra, o como le tocó vivir al propio monarca cuando era menor de edad durante los acontecimientos conocidos como La Fronda, una sublevación de nobles contra la Monarquía que fracasó.
Para evitar estas conspiraciones, Luis XIV puso mucho empeño en contentar a su nobleza, para ello les proporcionó multitud de privilegios y compensaciones económicas y les regaló una intensa vida llena de lujosas fiestas, amenas cacerías en la corte y toda clase de distracciones. Tan entretenidos estaban, que aquellos nobles no sólo se despreocupaban de los asuntos políticos y económicos de su país, sino que eran absolutamente fieles al rey y aprobaban el régimen absolutista que había implantado, dado que eran los primeros privilegiados. Otra medida que tomó el monarca para controlar el poder, fue nombrar como ministros a plebeyos o nuevos aristócratas a los que fácilmente podía despedir cuando no le interesaban, medida que no podría haber tomado con los nobles.
Gastó una inmensa cantidad de dinero en ampliar el refugio de caza que su padre, Luis XIII se había construido en Versalles hasta convertirlo en un espectacular y lujoso palacio al que en 1682 se trasladó junto con toda su corte para alejarse de los problemas de París. Allí podían derrochar el dinero recaudado en los impuestos que la clase más baja estaba obligada a pagar para mantener a la nobleza y la realeza, a quienes no les importaba las hambrunas que éstos padecían a menudo.
El monarca, apodado el Rey del Sol, consiguió ampliar el poder y la influencia de Francia en Europa y amplió el número de sus colonias durante su esplendoroso reinado.

El Palacio de Versalles es el símbolo del Absolutismo por excelencia, representa el poder y la exaltación de la Monarquía. Luis XIV quiso deslumbrar a la nobleza francesa, y a la europea también, con la construcción de un palacio digno de su poder, cuyas dimensiones y fastuosidad superaron con creces a cualquier palacio de la época. Así, los nobles y reyes de toda Europa que lo visitaban se fascinaban y lo identificaban como la muestra del inmenso poder del monarca.

El Palacio de Versalles es de estilo Barroco y comenzó su construcción en el año 1624, cuando Luis XIII manda construir el modesto palacete que utilizara como refugio de caza. En 1661 Luis XIV le encarga la primera ampliación a su arquitecto oficial, Louis Le Vau, la decoración y la pintura estará a cargo de Charles le Brun y Andre le Notre será el arquitecto de paisaje. Tras la muerte de Le Vau, será Mansart quien continúe con las ampliaciones del palacio.
El material que se utiliza para su construcción será mayoritariamente el ladrillo en la fachada y la pizarra en los tejados. El mármol también se puede ver en las columnas que lo decoran. Para la última ampliación se utilizó piedra caliza blanca que resplandece bajo el sol.
El edificio está formado por un cuerpo alargado y dos alas hacia el jardín que forman una escuadra. Las fachadas están orientadas a sus impresionantes jardines.
El barroco francés es bastante clasista, destacando por el orden, la sobriedad y la claridad en contra de lo recargado y lo caótico típicos de este estilo. La fachada del palacio posee unas pequeñas ventanas en el últimos piso que le otorgan un aspecto clasicista, no obstante la presencia de grandes columnas en los muros resaltan los volúmenes y los juegos de luz y sombras. Las dimensiones del cuerpo intermedio son exageradas y los pilares sostienen arcos de medio punto. Las pilastras de orden jónico sostienen un entablamento ornamental.
Una de las características más notables del barroco francés podemos verla en su construcción perfectamente simétrica, todo está medido y controlado en el palacio incluyendo sus espectaculares jardines.
Pero lo que verdaderamente nos muestra el estilo barroco es su interior, absolutamente recargado con extravagantes decoraciones pictóricas, esculturas, objetos como jarrones adornados con oro y diamantes, bustos y figuras antiguas, extravagantes figuras decoradas con perlas y piedras preciosas ... todo con la firme intención de mostrar al espectador el poderío del monarca.
Una de las salas más espectaculares del palacio es la Sala de los Espejos, creada por Hardouin Mansart, decorada con pilastras de mármol rojo y balsas y capiteles forrados de bronce dorado y decorado con motivos barrocos. La bóveda de cañón que cubre la sala está completamente decorada con pinturas que recrean las victorias militares de Luis XIV y estuco dorados. Como su nombre indica, la sala está completamente decorada con una multitud de espectaculares espejos que crean la sensación ilusoria de estar en un espacio mucho mayor de lo que en realidad es.
En definitiva, el Palacio derrocha lujo y extravagancia en todos sus rincones. Su construcción fue tan espectacular que efectivamente logró cumplir su objetivo de exaltar la Monarquía y mostrar al resto de Europa la grandeza y poderío que en aquella época tenía Francia. Incluso sirvió como modelo para la construcción de otros palacios reales en el resto de Europa como el Palacio Real de Madrid, el Palacio de la Granja en Segovia o el Palacio de Aranjuez, entre otros.


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