viernes, 30 de noviembre de 2012

CARLOS I DE ESPAÑA Y V DE ALEMANIA EN LA BATALLA DE MÚHLBERG

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CARLOS I DE ESPAÑA Y V DE ALEMANIA EN LA BATALLA DE MÚHLBERG

 

 

Carlos I de España nació en Bélgica en 1500 y murió en el Monasterio de Yuste en 1558. Nieto de los Reyes Católicos e hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, fue coronado Rey de España en 1516, debido a la incapacidad de su madre, y emperador del Sacro Imperio Germánico Romano en 1519.
Dado que no se había criado en España y por su juventud, no fue muy bien acogido a su llegada a la península. Allí no aceptaban un rey que desconocía el idioma y costumbres del país e iniciaron una serie de revueltas conocidas como la Rebelión de los Comuneros de Castilla y las Germanías. En 1522 se consigue la paz, y el monarca inicia un reinado lleno de conflictos bélicos en Europa y contra el amenazante Imperio Otomano que avanzaba peligrosamente por el Mediterráneo. Su gran ambición fue derrotar a los reyes protestantes que tenían patas a arriba la religión católica, ansiaba unir un gran imperio que practicase únicamente el catolicismo. Una de las victorias más significativas, en las que el Rey-Emperador reforzó su poder imperial tuvo lugar en la Batalla de Múhlberg, en abril de 1547, en la que se enfrentaron el ejército de Carlos I y la Liga de Esmeralda, un ejército organizado por príncipes protestantes y que fue aniquilado rápidamente por las tropas españolas.
A pesar de convertirse en uno de los reyes más poderosos de la historia, su ambición resultó un fracaso y tras el tratado de la Paz de Augsburgo, firmado en 1555 y en el que se autoriza la libre elección de religión, Carlos I abdica en su hijo Fernando II y se retira al Monasterio de Yuste donde morirá tres años más tarde.

Para fortalecer su imagen como el poderoso Rey y Emperador que era y transmitirlo a todos los rincones de su imperio, utilizó, como ningún otro monarca había hecho hasta la fecha, el arte como instrumento propagandístico y se hizo retratar en un cuadro que simbolizase la gran victoria en la Batalla de Múhlberg. Quiso que se le retratase antes de la victoria porque no quería transmitir muerte y sufrimiento, tan sólo quería que se le viese como un gran monarca guerrero, cristiano y poderoso, que luchaba por los intereses de su reino y la religión cristiana saliendo victorioso en la batalla. Para destacar estas cualidades se le retrata con la armadura y con una lanza que simboliza el poder de los césares. Para darle carácter religioso, utiliza la imagen de una Virgen en su armadura.

El retrato es obra de Tiziano, pintor del Renacimiento, se trata de un óleo sobre lienzo pintado en 1548. Es un retrato ecuestre de estilo marienista, y en la actualidad se expone en el Museo del Prado.

En el centro de la escena podemos ver al monarca con una armadura de oro y plata y con la imagen habitual de la Virgen con el Niño, que el emperador solía llevar en el peto de sus armaduras. Con una larga lanza y montado en su caballo, de raza española y cubierto con un espectacular manto de terciopelo, se dirige hacia la lucha en defensa de la cristiandad, su actitud es seria e imperturbable. Su mirada se dirige al frente, hacia el río Elba, en el que se esconden sus enemigos. Detrás del poderoso caballero el paisaje boscoso y la ausencia de su ejército.
Tiziano utiliza los rasgos propios de la pintura veneciana en esta obra, en la que los colores priman sobre el dibujo. Destacan los rojos intensos del manto que cubre al corcel y sobre los pompones del casco del monarca y el que porta el caballo en su cabeza así como los colores ocres utilizados en la armadura. Cabe destacar, también, la maestría y precisión con las que el artista extiende los colores y cómo sabe resaltar y aumentar el contraste de colores.
Otro rasgo notable es la simetría que establecen las cuatro patas del caballo y la forma, casi geométrica, de su envergadura que se altera únicamente por la continuidad de la cola o del cuello y la cabeza. Es sin duda este corcel, la figura que más elegancia aporta al retrato.
La obra resulta muy novedosa y espectacular en la época, y en El Barroco se retoma este modelo de retrato ecuestre para la figura de sus reyes, tanto en la pintura como en la escultura.


PALACIO DE VERSALLES

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PALACIO DE VERSALLES




Luis XIV heredó el trono francés con cinco años, aunque no lo ocupó verdaderamente hasta que cumplió los veintidós. Es recordado como uno de los monarcas más trascendentales de Francia, mantuvo la Monarquía Absoluta durante todo su reinado, gracias al control que inteligentemente mantuvo sobre la nobleza francesa.
Durante la Edad Moderna, era frecuente que la nobleza conspirara contra el rey, como ya había ocurrido en Inglaterra durante la Gloriosa Revolución que se saldó con la decapitación de Carlos I de Inglaterra, o como le tocó vivir al propio monarca cuando era menor de edad durante los acontecimientos conocidos como La Fronda, una sublevación de nobles contra la Monarquía que fracasó.
Para evitar estas conspiraciones, Luis XIV puso mucho empeño en contentar a su nobleza, para ello les proporcionó multitud de privilegios y compensaciones económicas y les regaló una intensa vida llena de lujosas fiestas, amenas cacerías en la corte y toda clase de distracciones. Tan entretenidos estaban, que aquellos nobles no sólo se despreocupaban de los asuntos políticos y económicos de su país, sino que eran absolutamente fieles al rey y aprobaban el régimen absolutista que había implantado, dado que eran los primeros privilegiados. Otra medida que tomó el monarca para controlar el poder, fue nombrar como ministros a plebeyos o nuevos aristócratas a los que fácilmente podía despedir cuando no le interesaban, medida que no podría haber tomado con los nobles.
Gastó una inmensa cantidad de dinero en ampliar el refugio de caza que su padre, Luis XIII se había construido en Versalles hasta convertirlo en un espectacular y lujoso palacio al que en 1682 se trasladó junto con toda su corte para alejarse de los problemas de París. Allí podían derrochar el dinero recaudado en los impuestos que la clase más baja estaba obligada a pagar para mantener a la nobleza y la realeza, a quienes no les importaba las hambrunas que éstos padecían a menudo.
El monarca, apodado el Rey del Sol, consiguió ampliar el poder y la influencia de Francia en Europa y amplió el número de sus colonias durante su esplendoroso reinado.

El Palacio de Versalles es el símbolo del Absolutismo por excelencia, representa el poder y la exaltación de la Monarquía. Luis XIV quiso deslumbrar a la nobleza francesa, y a la europea también, con la construcción de un palacio digno de su poder, cuyas dimensiones y fastuosidad superaron con creces a cualquier palacio de la época. Así, los nobles y reyes de toda Europa que lo visitaban se fascinaban y lo identificaban como la muestra del inmenso poder del monarca.

El Palacio de Versalles es de estilo Barroco y comenzó su construcción en el año 1624, cuando Luis XIII manda construir el modesto palacete que utilizara como refugio de caza. En 1661 Luis XIV le encarga la primera ampliación a su arquitecto oficial, Louis Le Vau, la decoración y la pintura estará a cargo de Charles le Brun y Andre le Notre será el arquitecto de paisaje. Tras la muerte de Le Vau, será Mansart quien continúe con las ampliaciones del palacio.
El material que se utiliza para su construcción será mayoritariamente el ladrillo en la fachada y la pizarra en los tejados. El mármol también se puede ver en las columnas que lo decoran. Para la última ampliación se utilizó piedra caliza blanca que resplandece bajo el sol.
El edificio está formado por un cuerpo alargado y dos alas hacia el jardín que forman una escuadra. Las fachadas están orientadas a sus impresionantes jardines.
El barroco francés es bastante clasista, destacando por el orden, la sobriedad y la claridad en contra de lo recargado y lo caótico típicos de este estilo. La fachada del palacio posee unas pequeñas ventanas en el últimos piso que le otorgan un aspecto clasicista, no obstante la presencia de grandes columnas en los muros resaltan los volúmenes y los juegos de luz y sombras. Las dimensiones del cuerpo intermedio son exageradas y los pilares sostienen arcos de medio punto. Las pilastras de orden jónico sostienen un entablamento ornamental.
Una de las características más notables del barroco francés podemos verla en su construcción perfectamente simétrica, todo está medido y controlado en el palacio incluyendo sus espectaculares jardines.
Pero lo que verdaderamente nos muestra el estilo barroco es su interior, absolutamente recargado con extravagantes decoraciones pictóricas, esculturas, objetos como jarrones adornados con oro y diamantes, bustos y figuras antiguas, extravagantes figuras decoradas con perlas y piedras preciosas ... todo con la firme intención de mostrar al espectador el poderío del monarca.
Una de las salas más espectaculares del palacio es la Sala de los Espejos, creada por Hardouin Mansart, decorada con pilastras de mármol rojo y balsas y capiteles forrados de bronce dorado y decorado con motivos barrocos. La bóveda de cañón que cubre la sala está completamente decorada con pinturas que recrean las victorias militares de Luis XIV y estuco dorados. Como su nombre indica, la sala está completamente decorada con una multitud de espectaculares espejos que crean la sensación ilusoria de estar en un espacio mucho mayor de lo que en realidad es.
En definitiva, el Palacio derrocha lujo y extravagancia en todos sus rincones. Su construcción fue tan espectacular que efectivamente logró cumplir su objetivo de exaltar la Monarquía y mostrar al resto de Europa la grandeza y poderío que en aquella época tenía Francia. Incluso sirvió como modelo para la construcción de otros palacios reales en el resto de Europa como el Palacio Real de Madrid, el Palacio de la Granja en Segovia o el Palacio de Aranjuez, entre otros.


CATEDRAL DE SIGÜENZA

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CATEDRAL DE SIGÜENZA





Siendo Sigüenza una sede episcopal desde el S VI, según consta en las actas del III Concilio de Toledo, es conquistada por los musulmanes en el año 713, que se apoderan del territorio del obispado y la ciudad deja de estar bajo el dominio de la iglesia católica romana. Los caudillos musulmanes fueron crueles con los seguntinos, que sufrieron su tiranía y fueron esclavizados. Sigüenza perdió todo el esplendor y la riqueza de la que había gozado en tiempos de la Diócesis.
En el año 1121, Bernardo de Agén es nombrado obispo de Sigüenza por el arzobispo de Toledo, aun estando la ciudad dominada todavía por los árabes, y se le encomienda la misión de reconquistarla.
El nuevo obispo, y líder militar, consiguió la reconquista y volvió a instaurar la desaparecida Diócesis de Sigüenza en el núcleo inferior de la ciudad, que había sido cedido al obispado por el rey Alfonso VII. Tenían capacidad para dictar sus propias leyes y se les otorga el diezmo de Atienza y Medinaceli. Unos años más tarde, el rey decide unir ambas partes de la ciudad y cederlas al Cabildo Catedralicio.
La destrucción que los musulmanes habían llevado a cabo durante su mandato en la ciudad, propicia que el nuevo obispo inicie una serie de construcciones, entre ellas la nueva catedral que podrá ser financiada gracias a las generosas donaciones del rey Alfonso VII y del señorío de la ciudad.

Esta Catedral simboliza el poder y la divinidad de la iglesia católica, quien salvó los intereses de la Patria expulsando a los musulmanes de la ciudad. La Iglesia gozaba durante la Edad Media, época en que se construye la catedral, de un poder indiscutible, tanto político y económico como social. Este poder tiene su explicación porque durante aquella época el hombre era absolutamente teocentrista y a los sacerdotes se les consideraba “elegidos” de Dios en la tierra para guiar a los seres humanos por el camino del cristianismo, por tanto el miedo a no ser perdonados por ellos antes de morir y acabar en el Infierno era compartido por todas las clases sociales, incluso por la nobleza y la realeza. Con la excusa de “cumplir la voluntad de Dios”, la Iglesia Católica ha llegado a tener más poder durante la Edad Media que muchos de los reyes habidos durante esta época, llegando incluso a tener su propio Tribunal, capacitado para dictar sentencias hasta de muerte, sin que el Rey intercediera. Las catedrales son la iglesia principal de una diócesis, allí tiene su sede el obispo y durante la Edad Media en ellas no sólo se practicaba la religión, también se impartían enseñanzas y se elaboraban las leyes eclesiásticas y aquellas que los habitantes del territorio que dominara la diócesis habían de cumplir. Son las Catedrales, pues, el mayor símbolo de poder eclesiástico.

No queda muy claro en qué año se iniciaron las obras de la Catedral, una de las teorías que se barajan es que fue en el año 1138, año en que los terrenos que ocupa la Catedral fueron donados por el rey Alfonso VII.
Aunque fue Bernardo de Agén quien comenzó la construcción, se tardó varios siglos en finalizar y por tanto en esta Catedral podemos ver construcciones que pertenecen a diferentes estilos, según la época en que se edificara. Aunque mayoritariamente se trata de una construcción románica.

La planta tiene forma de cruz latina, posee tres naves y una cabecera con cinco ábsides semicirculares. Contiene crucero y capilla mayor con girola. Sus muros son robustos y macizos reforzados con contrafuertes, el material de construcción son piedras de sillería. El templo está iluminado por pequeños vanos abiertos en las arcadas y grandes rosetones. Las naves están divididas por grandes pilares con capiteles unidos sobre los que se apoyan arcos fajones y arcos formeros, de sus capiteles surgen los nervios de piedra que sustentan las bóvedas ojivales de crucería. Los típicos arcos abocinados románicos se pueden ver en sus vanos. Sus tres puertas principales también son románicas, aunque los tres arcos apuntados de los ventanales que hay sobre las puertas laterales y sobre el rosetón, muestran la transición al gótico de la obra.
La fachada principal aunque es románica contiene añadidos neoclásicos y barrocos. Forma tres cuerpos divididos por tres robustos contrafuertes y corresponde a las tres naves del edificio. A ambos lados de la fachada se elevan dos torres cuya finalidad en un principio fue defensiva.
En su interior se pueden ver más detalles de estilo gótico, como el claustro que contiene varias portadas platerescas que se comunican con las capillas. La capilla de San Marcos también es una muestra de decoración plateresca y el Altar de San Juan Bautista que contiene, además, un espectacular retablo barroco. El transepto izquierdo está considerado como la zona del plateresco por hallarse en él cuatro piezas fundamentales de la Catedral en este estilo. Todo el interior del edificio está decorado con una mezcla del románico, el gótico, el barroco y el renacimiento.
La Catedral de Sigüenza no es de las más majestuosas y espectaculares que construyó la Iglesia para mostrar su poder, pero sí es una de las más bellas y originales de España, su construcción se prolongó hasta el S XV motivo por el cual podemos encontrar la mencionada mezcla de estilos.

ARCO DE CONSTANTINO


ARCO DE CONSTANTINO




Debido a la crisis política, económica y social que atravesaba el Imperio Romano a mediados del S III, el emperador Dicleciano decide instaurar la tetrarquía en el año 284 para acabar con dicha crisis. Este sistema de gobierno consiste en repartir el poder entre cuatro personas, dos césares y dos augustos, llamados tetrarcas. La tetrarquía ignoraba los derechos dinásticos para el ascenso al Trono del Imperio Romano, por ello Constantino, legítimo sucesor de la Roma Occidental tras la muerte de Constancio Cloro en el año 306, debido a que ansiaba el poder absoluto para sí decidió enfrentarse a Majencio, que se había autoproclamado emperador de Roma.
Ambos reunieron un ejército y el 28 de octubre del año 312 se enfrentaron en una cruenta batalla que se saldó con la muerte de Majencio y la mayor parte de su ejército al derribarse el Puente Milvio por el que intentaban huir. Con la victoria, Constantino fue proclamado Emperador de Roma y disolvió la tetrarquía. Constantino I fue un gran emperador que gobernó durante 31 años en una Roma en constante crecimiento.

El Arco de Constantino conmemora la victoria de este emperador sobre Majencio en la Batalla del puente Milvio, la que le convirtió en el dirigente de todo el Imperio Romano, por ello es una construcción que simboliza el poder.

El Arco de Constantino fue edificado en el año 315 y pertenece a la arquitectura de Roma. Se halla en Roma, entre el Coliseo y la Colina palatino.
Consta de un arco central de 11,5 metros de altura y 6,5 de anchura y dos laterales algo más pequeños, 7,4 metros de altura y 3,4 de anchura. La parte inferior está construida con bloques de mármol y el ático con ladrillos rematados con mármol.
Para su construcción se emplearon materiales y piezas que provenían de otros edificios, como los relieves que podemos ver en el exterior en los cuales se puede ver a Marco Aurelio repartiendo pan a los pobres y a Trajano tras su victoria frente a los Dacios.
Los medallones representan temas de caza y fueron extraídos de un arco de Adriano. Las esculturas de sus pedestales fueron extraídas del Foro de Trajano.
En las bases de de sus columnas sí pueden verse frisos decorativos de la época de Constantino, al igual que en los frisos superiores de los arcos, en los que se narra la victoria del puente Milvio.
El uso del arco y la bóveda de cañón son rasgos inconfundibles de la arquitectura romana, así como la monumentalidad y la ornamentación de la construcción.

Para su construcción se inspiraron en el modelo del Arco de Septimio Severo del Foro Romano y está considerado como el más moderno de Roma.


ESTATUA SEDENTE DE HATSHEPSUT

ESTATUA SEDENTE DE HATSHEPSUT






Durante la XVIII Dinastía de Egipto, el Imperio gozaba de un gran esplendor. Uno de los faraones que consiguió grandes riquezas y conquistas militares fue Tutmosis I, que junto a Amosis dieron vida a Hatshepsut y a otros tres hijos varones de los que sólo sobrevivió uno, Tutmosis II, de salud enfermiza. Para el faraón, su hija era la más apropiada para ocupar el trono, pero su condición de mujer lo imposibilitaba y por ello, la desposaron con su hermano para que juntos pasaran a gobernar el país tras la muerte de Tutmosis I.
Tras catorce años de matrimonio, Tutmosis II murió dejando un único hijo varón que dio a luz una simple concubina. Junto a Hatshepsut sólo tuvo una hija, que una vez más, por ser mujer no podía reinar. Su hijo varón, de corta edad, fue proclamado faraón bajo el nombre de Tutmosis III. Dado que el pequeño era demasiado joven para gobernar, la corte realizó “una consulta a los Dioses” y se acordó que Hatshepsut asumiría el poder de Egipto como reina regente. Ella, que ansiaba cumplir el deseo de su padre de ocupar el trono como un verdadero faraón, se encargó de alejar a su hijastro del poder mientras se entrenaba militarmente y así gobernó en solitario.
Tal era el esplendor del que seguía gozando el Imperio, que el pueblo y los sacerdotes aceptaron de buen grado estar gobernados por una mujer. Pero lo que ella quería era ser Faraón, algo que estaba vetado para las mujeres. Sin embargo, su ambición era demasiado fuerte y con el apoyo de los sacerdotes, a los que dotaba de privilegios y daba donativos, se autoproclamó hija del Dios Amon y faraón de Egipto, sin que el joven Tutmosis III pudiera hacer nada por evitarlo.
Hatshepsut se convierte en la primera mujer que ostentaba el título de Faraón y una de las más poderosas de la historia.
El reinado de Hatshepsut fue tan esplendoroso como lo fue el de su padre, restableció relaciones comerciales perdidas durante la ocupación de Hyksos y la riqueza que trajo a Egipto le permitió encargar numerosos proyectos de construcción en todo el Imperio, así como numerosas estatuas de su persona, en las que se hacía retratar como hombre para atribuirse más poder. Estas construcciones y esculturas, mostraban al pueblo el inmenso poder que esta Reina-Faraón había conseguido pese a ser mujer. Su reinado duró veintidós años (1479-1457 a.c.)
Tras su muerte, Tutmosis III ascendió al trono e intentó borrar todo rastro de ella destruyendo las numerosas estatuas que de Hatshepsut existían, mas no pudo deshacerse de todas.

La estatua elegida simboliza el poder porque vemos a la reina en su trono con los atuendos que sólo los faraones podían llevar, por tanto nos muestra a Hatshepsut como la máxima dirigente de Egipto y la que ostenta el poder, así quiere mostrarse ante su pueblo.

Esta escultura, que procede del templo mortuorio de la reina, Deir El-Bahari, en la actualidad se halla en el Museo Metropolitano de Nueva York. Data del reinado de Hatshepsut (1479-1457 a.c.), está realizada en piedra caliza y mide 195 cm.
Hatshepsut lleva la ropa ceremonial de los faraones, falda real, el nemes rayado, tocado con el Ureus que simboliza a la diosa Uadyet y el torso desnudo, así es como se hacían retratar los faraones varones. Sin embargo, por contra de los que solía hacer, esta es una escultura bastante afeminada, vemos claramente la forma de los pechos y sus facciones muestran mejillas llenas, ojos anchos con delineado cosmético, nariz aguileña y una boca muy expresiva, algo impropio en las esculturas masculinas. Asimismo, carece de la típica barba postiza que simboliza a Osiris y las proporciones del cuerpo son féminas y delicadas. Estas características nos hacen pensar que Hatshepsut quiso dejar constancia de su identidad de mujer que ostentaba el título de faraón en esta escultura.
La escultura cumple la ley de frontalidad, ya que está representada de frente y es simétrica. Durante el Imperio Nuevo, la severidad y el hieratismo que mostraban las esculturas de los faraones se suavizan, de ahí la leve expresividad que muestra el rostro de Hatshepsut que se concentra en una penetrante y radiante mirada.
La estatua posee una inscripción en el lado derecho en el que se puede leer HIJA DE RA y dos en el lado izquierdo en el que se puede leer SEÑORA DE LAS DOS TIERRAS y LA BUENA DIOSA.


ESTELA DE NARAM-SIN

ESTELA DE NARAM-SIN





Naram-Sin fue el cuarto rey del Imperio Acadio, fundado por Sargon I, su abuelo, aunque fue Naram-Sin quien logró la máxima extensión territorial de este reino mesopotámico al continuar las campañas invasoras que su abuelo había comenzado. Su reinado duró 36 años (2254-2218 a.c.)
Este poderoso y cruento rey logró vencer de forma aplastante a más de veinte reyes que se rebelaron contra él en sus primeros años de reinado. Se lanzó a la conquista del mundo conocido hasta entonces, llamado “las cuatro partes del mundo”, apoderándose de las tierras de Siria, de la región de Alepo, despojó a Egipto de Sinaí y controló gran parte del Golfo Pérsico. Una de sus más notables victorias, con la que consigue la culminación de su poder, fue la que obtuvo al enfrentarse a los Lullubi, una guerrera tribu procedente de los Montes Zagros que pretendía conquistar las tierras del Imperio Acadio y a cuyo poderoso ejército no pudo vencer.
Tan implacables y crueles eran las victorias de Naram-Sin que se convirtió en el más temido y opulento rey de Mesopotamia, el único divinizado en vida.
Dado que en Mesopotamia el éxito de sus civilizaciones dependían de sus triunfos bélicos, nació la necesidad de reflejar esta lucha por el poder entre sus ciudades. Surgen de esta forma, las estelas conmemorativas, en las que se tallaban relieves que narraban las batallas más significativas.

La Estela de Naram-Sin muestra el inmenso poder que tenía este rey, narra una cruel batalla en la que el ejército del Imperio Acadio aplastó sin piedad a los Lullubi, mostrando el momento culminante, la victoria. Destaca la divinización del rey en vida portando el casco con cuernos, símbolo del poder divino, ya que era algo absolutamente inusual en Mesopotamia divinizar a reyes que no habían muerto, ello nos permite hacernos una idea del excepcional poder que llegó a tener Naram-Sin, y así quiso mostrarlo. Otro detalle que denota su poder, es el arco compuesto con el que está armado, un arma muy avanzada para la época y podría ser uno de los factores que le empujó al éxito en sus batallas y además, simboliza el poder terrenal.

En el Museo del Louvre se conserva La Estela de Naram-Sin, tallada en una roca de arenisca rosada. Tiene unas dimensiones de 2 metros de longitud por 1,05 metros de ancho. Su autor es anónimo y su antigüedad es del reinado de Naram-Sin (2254-2218 a.c.). Pertenece a la escultura de Mesopotamia, concretamente al Arte Acadio. La escena y su protagonista están identificados mediante una inscripción tallada en la propia estela.
Se trata de un relieve de gran precisión gracias al uso del cincel, que nos muestra al ejército vencido despeñándose por la montaña y en actitud suplicante bajo Naram-Sin, que en posición triunfal pisotea sin compasión a los soldados muertos o heridos. Tras él, los soldados de su ejército, portando estandartes, le siguen en el ascenso hacia la cima del monte, donde los símbolos divinos nos indican que los Dioses recibirán al poderoso ejército y a su rey. Las convenciones típicas de la escultura mesopotámica están presentes en la obra:
La composición se centra en realzar la figura del rey, que porta el símbolo del poder divino (casco con cuernos) y los símbolos del poder terrenal (arco, hacha y jabalina). Aparece vestido con una simple túnica y está representado con las extremidades y la cabeza de perfil y el torso de frente. Para destacar su importancia, su figura es de un tamaño superior a la de los demás soldados.
La naturalidad de esta obra resulta novedosa para la época, a parte de ser la primera en la que no es un Dios, sino el propio rey, el portador de la victoria, las proporciones y dimensiones de los cuerpos de los soldados son correctas. La actitud de los personajes retorciéndose, suplicando o avanzando dota a la obra de una gran expresividad y es capaz de transmitir en un espacio reducido y con pocos personajes la magnitud que tal batalla alcanzó.
La escena transcurre en un paisaje montañoso en el que hay algunos árboles y algunas líneas onduladas que marcan por dónde marchan los soldados.
Es una obra oblicua, en la que los personajes van en ascenso, hacia el encuentro con los Dioses, representados por la estrella y el sol, que con sus rayos iluminan al poderoso rey. Por tanto, se puede decir que la estela rompe con la tradición de horizontalidad que hasta el momento tenía la escultura de Mesopotamia,